Agua de un pozo antiguo: La fábula de Rick Rubin en un mundo obsesionado por la tecnología
Por qué el significado de las cosas a menudo ignora la conveniencia de la tecnología, y cómo puedes traer más significado a tu vida diaria.
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En su maravilloso libro sobre la creación de arte, The Creative Act: A Way of Being (2023), el legendario productor musical Rick Rubin cuenta la historia de un hombre en Calcuta que solía caminar regularmente hasta un pozo de agua, inclinarse y bajar con cuidado una vasija de barro, con las manos, para sacar agua. Luego, levantaba suavemente la vasija asegurándose de no rasparla ni romperla contra los costados del pozo. Era un proceso atento y cuidadoso que repetía diariamente.
Un día, un viajero que sabía de ingeniería presenció el ritual del anciano y se ofreció a construirle un sistema de poleas para extraer agua del pozo más fácilmente.
Para su sorpresa, el anciano rechazó la oferta. Dijo:
“Si ahora dedicara tan poco tiempo y cuidado en sacar agua del pozo, ¿a qué sabría?
No podría saberme tan bien.”
Es una fábula que captura una verdad profunda de la experiencia humana: la tecnología trae muchos beneficios —como la capacidad de hacer las cosas más rápido, barato o fácil— pero no puede hacer nada por nuestra necesidad de significado.
A diferencia de lo que la tecnología usualmente provee, nuestra capacidad para valorar las cosas en la vida requiere cuidado, dedicación, gentileza y, a menudo, esfuerzo humano.
El agua extraída de un pozo a mano, por un lado, y con una polea o una bomba eléctrica, por otro, es químicamente idéntica. Se trata de H₂O (más minerales). Mírala bajo un microscopio; no cambia. Entonces, ¿estaba equivocado el anciano?
En términos del corazón, no. El corazón espiritual de las personas —ese sentido sutil de las cosas que experimentamos en el pecho— sí puede percibir una diferencia.
Mi hijo tiene un oso de peluche desgastado que ha atesorado y llevado consigo durante años. Lo compré en una tienda que vende miles más iguales. Todos están hechos en el mismo lugar en China.
Pero ni en mil años pensaría que el oso de mi hijo, especialmente después de tanto cariño que él le ha dado, podría ser reemplazado por una réplica de la tienda. Visto desde el corazón, la irremplazabilidad y carácter único del juguete de mi hijo son tan obvios como la luz del día.
Esta es una realidad que literalmente puede sentirse en el pecho.
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El significado y la tecnología son como el agua y el aceite
El significado tan satisfactorio y robusto que tienen algunas cosas (como el maltrecho peluche de mi hijo o la vasija con agua del anciano) es completamente ajeno e independiente de la tecnología y el “progreso” que ésta trae.
El significado y la tecnología no son mutuamente excluyentes. Es solo que existen con total independencia el uno del otro.
La tecnología no es el enemigo. Sin embargo, cuando la tecnología mata el significado, es porque la estamos usando de una manera —o a una escala— que hace que las cosas se vuelvan desechables, intercambiables y superficiales. Es decir, cuando elimina cualquier posibilidad de que el alma humana participe en el proceso, produciendo basura comoditizada. Comida chatarra. Productos chatarra. Cosas sin alma.
Como un libro o artículo escrito por ChatGPT (¡ay!).
Sabiduría significa experimentar las cosas “con el corazón”
Hay una razón por la cual la historia de Rick Rubin se centra en un “anciano”. Hay sabiduría en su forma de ver las cosas. Muchas personas habrían saltado ante la posibilidad de un mecanismo tecnológico que ofreciera novedad, comodidad y hasta una sensación de superioridad sobre de los vecinos si la polea fuera, digamos, personal y desmontable, y pudiera disfrutarse por el protagonista ante la envidia de sus conocidos.
Mismos conocidos que sin duda ahora buscarían tener su propio sistema personal de extracción de agua, compitiendo en adelante por un modelo más elegante, cromado, “de pilas” o equipado con Bluetooth.
Vivimos en un mundo poseído por la tecnología precisamente porque la novedad, la comodidad y la competencia social son tan poderosamente humanas.
Pero es igual de fuerte nuestra sed de significado, de un trabajo y una vida “con alma” donde el agua sepa mejor. Lo cual generalmente requiere no entregarse a ciegas al impulso tecnológico.
¿Crees que exagero?
Estamos presenciando en todo el mundo una resistencia a lo digital, e incluso un regreso a la tecnología analógica, en áreas de la vida como son los libros, el arte, la música, las reuniones y la educación. Incluso en la fotografía.
El movimiento minimalista ha seguido ganando terreno, incluso si todavía es una minoría, invitando a las personas a “coleccionar personas, no cosas.”
El interés en una semana laboral de cuatro días es ahora más grande que nunca. El encierro por el COVID hizo que muchas personas se dieran cuenta de que hay más en la vida que el trabajo, y se resisten regresar al frenesí laboral del pasado.
Desde hace más de una década, los movimientos de Slow Food y Slow Living se han convertido en nociones de uso común, popularizadas por autores como Carl Honoré.
Gracias al trabajo remoto, personas de todo el mundo están dejando las grandes ciudades por el ritmo más lento de pueblos, granjas o al menos urbes más pequeñas.
Los mercados de agricultores —farmers markets— y de comercio justo, donde los compradores pueden interactuar con los productores, aprender sobre el origen de sus alimentos y productos, y pagar precios razonables, están apareciendo por todas partes.
¿Qué podemos hacer en el mundo actual?
Una gran parte de la economía global y de nuestros empleos está vinculada a la producción, el transporte y el consumo masivos. No estoy proponiendo que la gente se regrese a vivir como campesinos del siglo XV o se una a los Amish o los Menonitas (aunque adoptar un estilo de vida tan sencillo, por un corto tiempo, puede ser sanador).
A pesar de vivir “en la modernidad”, recomiendo cultivar un mayor sentido de significado en tu vida. Para ello, puedes:
Ejercitar la intención: como el anciano en Calcuta, renuncia, en algunas de tus actividad, a la conveniencia de la tecnología para poner cuidado y lentitud en ellas. Aprende a cocinar al menos algunas de tus comidas. Aprende a hacer pan. Cultiva plantas, ya sea una maceta de hierbas o un árbol de limón. Toma apuntes a mano. Aprende a coser y remendar tu propia ropa (en lugar de tirarla a la primera señal de desgaste).
Dale una oportunidad a las alternativas analógicas, “a la antigüita”: ya sean libros, clases, fotografía o música.
Deshipnotízate: recuérdate a ti misma(o) que “más cosas, más rápido o más barato” no es automáticamente mejor, ni puede por sí solo darle más significado a tu vida.
Sostén espacio para ti y los demás: “sostener espacio” significa callar y escuchar más. La intimidad contigo mismo y con los que te rodean florece cuando permites que primera surja un silencio atento, como un lienzo en blanco. No te apresures a llenar cada momento con actividad, ruido o palabras.
Pon tu corazón por delante: a medida que avanza tu día, practica usar el “corazón espiritual”, en el medio de tu pecho, como un órgano sensorial. Te guiará de muchas maneras y revelará verdades que ni los sentidos normales ni la mente pueden brindar. Vivir de una manera centrada en el corazón —imaginando que llevas el corazón por delante en todas tus interacciones— comenzará a imbuir los momentos, cosas y personas de tu vida con significado, importancia y belleza. Como magia. (Si esta idea te intriga, revisa las enseñanzas de Adyashanti.)
Una idea que tiene implicaciones tremendas
Si permites que te “caiga” este “veinte”, la verdad de que el significado de las cosas no tiene relación alguna con la tecnología, la escala, la comodidad o la velocidad puede ser demoledora en estos tiempos de obsesión tecnológica.
Una vez que lo “veas”, será como darse cuenta de que el emperador realmente no lleva ropa—y necesita urgentemente un poco de sol en su pálido derrière.
O admitir que el agua que ha sido extraída de un pozo a mano, con amor, sabe y se siente mejor que beberla de las manos de un robot extractor de agua impulsado por IA... o de una botella de plástico comprada en un 7-Eleven.